miércoles, 3 de octubre de 2007

“O conseguimos ganarnos a la gente joven para la causa feminista o lo nuestro ha sido una aventura generacional”

Fuente: AMECO PRESS

Empar Pineda bien pudiera ser una de las personas más capacitadas para escribir esa historiografía del feminismo que aún hoy en día está pendiente en el Estado. Activista feminista y lesbiana, ha vivido en primera persona los acontecimientos más relevantes del feminismo desde su eclosión poco después de la muerte de Franco. Los años transcurridos la sitúan en una perspectiva privilegiada para analizar los avances conseguidos y los retos aún pendientes. En esta entrevista se posiciona sobre algunas de las patatas calientes en la lucha por los derechos de las mujeres y en las políticas de género.

-Más de treinta años después del inicio de su compromiso en la lucha por la liberación y los derechos de las mujeres, ¿cómo ve la situación del feminismo en la actualidad?

-En este momento hablar de movimiento feminista es un poco exagerado. Hay núcleos feministas pero no una actividad social generalizada grande como en los ochenta. Queda mucho camino por hacer, sobre todo en los roles atribuidos a hombres y a mujeres, en la manera en la que se les educa a unas y a otros. Además, no se han conseguido aún al cien por cien las reivindicaciones que ya planteaba el movimiento feminista al poco de morir Franco.

-¿Qué reivindicaciones quedan pendientes?

-Los anticonceptivos fueron despenalizados pero su inclusión en la sanidad pública es absolutamente limitada. De los cuarenta y tantos métodos anticonceptivos que hoy existen, sólo dos o tres están en la sanidad pública. No digamos ya lo que sucede con la llamada píldora del día siguiente, pues sigue siendo muy difícil para muchas mujeres acceder a ella en los plazos imprescindibles. En cuanto al derecho a la sexualidad, es cierto que hemos avanzado mucho, pero todavía hoy en día no hay una información sexual y anticonceptiva que forme parte de la trayectoria escolar de los niños y las niñas. En cuanto al aborto, hoy en día sólo está despenalizado en tres supuestos y aún no se puede ejercer ese derecho en la sanidad pública, pues la mayoría de los centros públicos no practican interrupciones voluntarias del embarazo.

-En un artículo suyo del 92 (“Propuestas emancipadoras del feminismo”, Razón socialista, nº 21) afirmaba que la izquierda no se había mostrado abierta al reconocimiento de la autonomía de la lucha específica de las mujeres, ¿cambiaron las cosas?

-En parte sí y en parte no. Ahora es muy difícil encontrar a cualquier líder de una fuerza política de izquierdas que niegue la necesaria consecución de toda una serie de elementos para que las mujeres podamos vivir mejor en sociedad, para que podamos ser consideradas como ciudadanas y no como un segundo sexo. Y es más, probablemente muchos de los líderes tampoco se atreverían a oponerse a la necesaria autonomía de los grupos feministas. Otra cosa distinta es si realmente se es consecuente con esas afirmaciones. En cuestiones referidas a cuáles son en este momento los puntos de interés en los que se centra el feminismo, o cuáles son los caminos que decide el movimiento feminista para conseguirlos, a veces hay intromisiones, y es donde se ve que la autonomía que se proclama a veces no se respeta.

-¿En que ocasiones?

-Cuando se nos dice que a lo mejor este no es el momento oportuno para plantear cosas como el aborto libre y a cargo de la sanidad pública porque la derecha saltará. Se ha conseguido algo pero todavía queda mucho por hacer. En ese sentido se nota un grado de inconsecuencia.

-En los últimos años se ha producido una integración importante del discurso de género en las instancias políticas y en el mercado. ¿Cómo ve esta moda violeta?

-Tiene sus luces y sus sombras. El movimiento feminista ha conseguido ganarse muchos aliados sociales y políticos de tal manera que ya no es patrimonio exclusivo del feminismo el hablar de la cuestión de la inferioridad social de las mujeres. En cuanto a las sombras, hay que plantearse hasta qué punto esa absorción no lleva consigo un desdibujamiento de los aspectos más transgresores que plantea el feminismo.

-¿Cómo ve la conexión del feminismo con las nuevas generaciones? ¿Ha habido recambio generacional?

-O conseguimos ganarnos a la gente joven para la causa feminista o lo nuestro ha sido una aventura generacional, y apaga y vámonos. Y para conseguirlo, el feminismo tiene que ser muy consciente de que han pasado treinta y dos años desde 1975. Hay que revisar todos nuestros planteamientos a la luz de una realidad social que no es la misma que la que nos encontramos nosotras cuando caímos del lado del feminismo. Hay que hacer una labor de mucha relación intergeneracional. La gente joven tiene mucho que enseñarnos y creo que también nosotras tenemos bastantes cosas que enseñarles. Si se produce esa relación intergeneracional y ese trasvase de experiencias mutuas, yo creo que con un poquito de ánimo podremos garantizar que nos relevarán y podremos pasar la antorcha.

-Forma parte de la corriente “Otras voces feministas”. ¿Debemos entender que hoy en día hay un feminismo hegemónico y otro feminismo más periférico?

-Muchas estábamos un poco hartas de que la única voz feminista que salía en los medios de comunicación, que tenía una presencia pública notable, se correspondiese con un feminismo que nosotras no compartíamos. Un feminismo que parece partir de que hay una especie de esencia femenina que nos hace a todas buenas y maravillosas, mientras que los hombres son todos unos depredadores, irreconducibles en sus actitudes hacia las mujeres.

Estábamos también muy cansadas de que el feminismo apareciera como un feminismo penalizador, que se plantease la cárcel como única solución a las situaciones de maltrato. Nosotras pensamos que, aunque hay conductas que necesitan una penalización, la solución a las relaciones entre hombres y mujeres, y sobre todo al contrato entre hombres y mujeres, no va por ahí. En cuanto a la defensa de los derechos de las prostitutas, la corriente mayoritaria del feminismo es abolicionista y nosotras pensamos que las mujeres prostitutas, igual que el resto de mujeres, necesitan que se defiendan sus derechos.

Ley Integral contra la Violencia de Género

-Consideran también que la Ley Integral contra la Violencia de Género deja poco margen de autonomía a las mujeres. ¿Cómo se alcanza ese punto medio entre una necesaria intervención del Estado y una excesiva tutela por parte del mismo?

-Yo creo que el Gobierno gallego es un ejemplo en ese sentido. En la ley estatal, para acceder a los recursos las mujeres necesitan presentar denuncia y judicializar ese asunto, no hay otro camino. En Galicia, una mujer puede acceder a una ayuda económica por parte de la Xunta simplemente con un buen informe psicológico o del trabajador o trabajadora social. No se trata de obligar a las mujeres sino de facilitar que se empoderen, ayudarles a que su autonomía se mantenga y se acreciente, y al mismo tiempo echarles una mano, pero no considerarlas las eternas víctimas.

-La penalización intenta buscar una solución rápida para atajar un problema de tal gravedad. Pero, ¿dónde se encuentra el equilibro entre la necesidad de adoptar soluciones que ofrezcan resultados a corto plazo y la asunción de medidas a más largo plazo?

-En ese sentido, el Plan Nacional de Sensibilización y Prevención que aprobó el Gobierno central hace unos meses corrige una de las críticas que nosotras hacíamos a la Ley Integral contra la Violencia de Género, el que se pusiera especial acento en la penalización, descuidando la labor preventiva. A partir del plan de sensibilización se empieza a plantear este asunto en ámbitos como la educación o la sanidad. No sirve llenar el Estado español de cárceles y de maltratadores, sino que se requiere una labor de prevención. Además, a la hora de aplicar la justicia, es imprescindible establecer una diferencia ente los diversos tipos de maltrato. El que en la ley no se establezca ningún tipo de diferenciación es lo que lleva a judicializar cualquier asunto. Es necesario que se faciliten recursos que permitan intervenir en una relación sin necesidad de acudir a la judicialización sea cual sea la situación que se plantee.

-¿Qué papel jugarían ahí las mediadoras y mediadores?

-Las figuras de los mediadores y de las mediadoras a nosotras nos parecen imprescindibles, porque pueden hacer una buena labor e impedir que se llegue a situaciones límites. Tenemos que tener en cuenta que hay muchas órdenes de alejamiento que no se cumplen, no sólo por ellos sino también por ellas.

-Sorprende que, a pesar de todas las medidas que se están adoptando, los casos de violencia contra las mujeres van a más…

-Los homicidios hacia mujeres no van a desaparecer porque haya una ley. Me da la impresión de que la publicidad que se da a cada uno de los casos y el morbo con el que son tratados no favorece. Es más, los autores de los homicidios, cuando aparecen, o no están arrepentidos o se han suicidado. En cuanto a las mujeres, bien las que han sido víctimas del maltrato, bien las de su entorno, aparecen como mujeres disminuidas, y yo creo que eso anima a los hombres. Una ley no va a hacer que en poco tiempo desaparezcan los asesinatos u homicidios. Eso va a ser producto de un cambio en las actitudes, en la generación de otro tipo de valores.

Derechos y opción sexual

-En la actual legislatura se han producido avances importantes en el reconocimiento de los derechos ciudadanos de gays y lesbianas. ¿Cuáles son las reivindicaciones pendientes en este momento?

-Está pendiente la consecución de una ley de parejas de ámbito estatal, obviamente incluyendo la adopción. A través del matrimonio se da permiso al Estado para que fije una serie de comportamientos entre dos personas, y puede haber parejas cuyo acuerdo mutuo no sea ese. Luego hay una gran labor que hacer en el terreno de la información. En las escuelas, en los colegios, en las universidades, tiene que explicarse que la sexualidad de los seres humanos es mucho más amplia que la relación heterosexual. Por otro lado, tiene que haber una labor muy concienciuda de lucha contra la homobofia, y contextos como el escolar son imprescindibles en este sentido. Y, por último, hay que tener en cuenta que en cualquier ámbito de la vida es preciso que se contemple la realidad homosexual. Los protocolos ginecológicos, por ejemplo, sólo contemplan la condición heterosexual. No digamos ya los problemas que hay para la adopción internacional por parte de países que se niegan a que sus niños o niñas sean adoptados por parejas de lesbianas o gays.

-¿Ha habido mejoras en la situación de las personas transexuales?

-Ha habido mayor información social y la existencia de esa información ha tranquilizado a mucha gente. Yo me acuerdo que cuando empezamos en el 94 en la clínica Isadora a hacer operaciones de reasignación de género había cantidad de gente que venía completamente desorientada. La Ley de Identidad de Género, aunque permite la posibilidad de cambio de nombre, me parece corta pues no se contempla la atención sanitaria. De este modo, depende de las comunidades autónomas el que empiecen a hacerse unidades de reasignación. En Madrid se acaba de abrir una hace muy poquito. Queda mucho por hacer, como el que se generalice en todas las comunidades autónomas la atención tanto para la fase psicológica, como para la fase de hormonación y la quirúrgica.

Subido por S.C

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